las uvas empleadas para la elaboración de Lusco se vendimian manualmente y se transportan en pequeñas cajas, para mantener las bayas intactas. Una vez llegan a la bodega, se seleccionan sobre una mesa de triaje los mejores racimos. Se han llevado a cabo diferentes maceraciones en frío: algunas más prolongadas, en torno a 12 horas; otras más cortas, de 4 a 6 horas, y en algunos casos incluso prensados directos, para dotar al vino de mayor complejidad y frescura. Posteriormente, se ha desfangado el mosto obtenido para mantener los sabores originales de la variedad Albariño. La fermentación se llevó a cabo a temperatura controlada, usando levaduras autóctonas y mediante diferentes técnicas enológicas. Finalmente, se ha mantenido el vino en contacto con sus lías finas durante cinco meses, para dotarlo de longitud sin perder frescura.